- ¿Quién anda ahí?- dijo el lobo.
El niño, ladrón, individuo ( o lo que fuese) salió corriendo para intentar esconderse.
El ogro lo siguió para poder recuperar su arpa y su gallina y se dio cuenta entonces de que el ladrón era un niño.
Una voz chillona exclamó:
-¡Juan!, ¡Juaaaaaaaaan!!!!!!
-¿Juan?- se preguntó el ogro.
- A lo mejor es el enano ese - pensó.
El tal "Juan" bajó por una planta enorme y empezó a talar el tallo.
El pobre gigante no recuperó ni su gallina ni su arpa, pero sí recuperó algunos huevos de oro.
- Yo estaba tan tranquilo durmiendo en mi casa cuando apareció una planta gigante, se vio un énano muy rápido que me robaba las cosas, me hizo correr, desapareció por la misma planta por la que había subido y...¡no entiendo nada!- declaró el gigante asombrado cuando le acusaban de querer atrapar a un niño.
Rubén Montero